Y dijo: Pero bueno, bueno. ¡¿Pero qué haces tú por aquí?!
Joder, tío ¿qué tal todo?
Bien. Hacía mucho que no coincidíamos.
Pues sí, ya ves. Unos dos años deben haber pasado ya.
¡Dos años!. Sí, es cierto. La verdad es que parece mentira lo rápido que
pasa el tiempo.
Y que lo digas. Cuando éramos niños todo era más lento, pero desde hace unos
años...
¿Cuántos años han transcurrido desde que dejamos el colegio? Quince o
dieciséis ¿verdad?
Uf, no sé, yo creo que más. Espera... a ver... Madre mía, justo hace 20
años. ¡20 años! Cómo ha cambiado nuestra vida desde entonces. ¿Tú no echas de
menos a veces...?
Sí, muchas. Todo era distinto. Oye, por cierto, hablando de los colegios.
Una de las últimas veces que nos vimos dejamos una conversación a medias.
No sé, no recuerdo...
Sí, me estabas hablando de lo que sucedió cuando entraron chicas a tu
colegio y el cambio que supuso. Pero te tuviste que marchar y no me contaste
mucho.
Ah, sí. Es verdad. Jajaja. Joder, qué memoria tienes, leche. Cómo para prestarte
dinero.
Pues ahora que lo dices...
No me digas que te debo algo.
No, hombre, no. Era broma.
Uf, menos mal.
Pues sí, fue un cambio radical. Como te comentaba entonces, yo estuve desde
1º de EGB hasta 3º de BUP en el mismo colegio. Hasta 8º de EGB y desde la
fundación del colegio en los años 60, siempre había sido un colegio de chicos
exclusivamente. En algunas actividades extraescolares sí aceptaban a chicas,
pero en el día a día convivíamos solo chicos.
Sí, eso fue lo que me explicaste en su momento.
El año que yo empecé a cursar 1º de BUP fue el primero en el que el colegio
pasó a ser mixto. Imagínate, 1º de BUP. Yo siempre pensé que lo lógico
hubiera sido que las chicas se hubieran ido incorporando al colegio desde
primaria, no con catorce años. Aquello fue una revolución en nuestra rutina.
Pero no solo en la de los alumnos. El cambio fue, incluso, mayor en los
profesores.
Es verdad, me empezaste a contar que no se adaptaron muy bien a la nueva
situación.
Ya te digo. En general, como te dije la otra vez, mi colegio impartía una
disciplina en algunos momentos demasiado ruda y estricta. Los profesores eran
bastante duros y la mayoría teníamos más miedo que respeto hacia ellos. Cuando
entraron las chicas, no supieron cómo reaccionar. Estaban y estábamos acostumbrados
a otro tipo de trato. No había ningún tipo de empatía. Ellos mandaban y
nosotros obedecíamos. Si te tenían que dar un bofetón, pues te lo daban y
punto.
Un poco violento ¿quizá?
Bueno, a ver, tampoco te creas que aquello era una cárcel, aunque,
sinceramente, el edificio lo parecía. Y no te voy a negar que a menudo bromeáramos
sobre ello. Pero es para que te hagas una idea.
Cuando se incorporaron la chicas, profesores que usualmente hacían ciertos
chistes y bromas, rozando, y sobrepasando en algunos casos, la falta de
respeto, se empezaron a cortar muchísimo. Se les notaba. Iban a decir algo y,
de repente, se callaban y, o bien cambiaban de tema o simplemente se quedaban como
mudos.
Y en las notas. Cómo se notaba en algunos el tema de las notas. Estoy seguro
que si alguna compañera de entonces me escuchara diría que no es verdad. Pero
los chicos lo veíamos clarísimo. Era demasiado descarado.
¿En las notas también?
Sí, sí. Era tremendo. Claro, que no era lo más habitual. En general nos medían
por el mismo rasero. Pero, fíjate, recuerdo una anécdota, para que te hagas una
idea.
Un profesor de matemáticas tenía por costumbre sacar a la pizarra de vez en
cuando a varios alumnos. Nos preguntaba algo, nos calificaba y esa nota hacía
media con el examen escrito. Siempre pensé que era una verdadera gilipollez por
la forma en la que lo hacía, pero en fin, el profesor era bastante gilipollas,
así que le pegaba perfectamente.
No le recuerdas con mucho cariño.
No, la verdad es que no. Pero a lo que iba. Sacó a varios, entre ellos a una
de mis compañeras. Pues bien, mi compañera, por los nervios o lo que fuera, no
supo hacer nada. Pero cuando digo nada, es exactamente eso. Nada. Dejó la
pizarra en blanco. A otro compañero le preguntó tres cosas. Hizo dos bien y la
tercera no la supo resolver. La calificación para mi compañero fue un 3. La de
mi compañera...
Un cero.
Cuatro. Le puso un cuatro.
¡No jodas!
Como te lo cuento. Algunos no se atrevían a calificarlas como a nosotros.
Pero era paternalismo puro y duro. Machismo, me atrevería a decir. En
honor a la verdad, he de matizar que ciertas compañeras no llevaban bien esta
situación.
Por supuesto, no era así con todos los profesores. No es que las regalaran
el aprobado. No es eso. Pero sí que había en algunos profesores distinciones de
trato muy marcadas.
Había casos y casos. Lo de gimnasia también tenía su miga. El profesor bajó
la exigencia hasta límites absurdos. Era un tío que siempre había ido de chulo
y de creído... Bueno, la verdad es que no dejó nunca de ser un chulo y un creído.
Nunca nos había preguntado a nosotros (ni él ni ningún otro profesor, que yo
recuerde) si nos apetecía desarrollar algún deporte o actividad en alguna de
las evaluaciones. Pero unas pocas chicas, o no tan pocas, le doraban la píldora muchísimo y, sea o no por ese motivo, no se le ocurrió otra cosa que preguntar qué
querían hacer en la última evaluación del curso. Baile. Nos obligó a crear una
coreografía en grupos para aprobar la última evaluación.
Jajaja. No te imagino yo bailando.
Alguna vez te he visto hacer algún paso y tal, pero entre colegas, nunca en público.
Tuvo que ser un espectáculo. Yo quiero verlo ¿Está grabado?
Mi respuesta a tu curiosidad es sencilla. Es la única vez en toda mi vida
que he suspendido la asignatura de gimnasia.
¿No lo hiciste?
No. Me negué. Pero no solo yo. Muchos compañeros se negaron. El profesor,
visto lo visto, dio la posibilidad de que creáramos una especie de
representación mímica o algo así, no lo recuerdo bien. Un grupo de compañeros intentamos hacer algo,
pero lo dejamos por imposible. Tengo demasiado sentido del ridículo para
eso.
Pero lo que me sentó mal no fue que nos obligaran a bailar -que también- sino la forma en la que sucedió.
Parece que no guardas un buen recuerdo de la incorporación de las chicas
a tu colegio.
No, no. En absoluto. Yo tengo muy buen recuerdo de aquella época. Y
especialmente de algunas compañeras. Todo esto que te he contado no fue culpa
de ellas. La culpa fue de unos profesores que no supieron adaptarse a las
nuevas circunstancias. Ellas simplemente convivieron con nosotros. En ese
sentido fue una mejora. Nos modernizaron. Le dieron color a un colegio que era
demasiado gris.Y tampoco creo que en algunos momentos fuera fácil. Ni mucho
menos. Ten en cuenta que la primera promoción de compañeras sumaba unas 30, no
muchas más. En un colegio de unos 800 alumnos...
Madre mía. No tuvo que resultar
sencillo, no.
A ver, yo creo que la mayoría de nosotros intentó que estuvieran cómodas y
tranquilas. Hubo un gran respeto y educación hacia ellas. Pero siempre hay
gañanes. Es inevitable.
Pero sí, yo recuerdo aquellos años con mucho cariño. Quizá la timidez que
sufría entonces me impidió disfrutar más...
Esto me lleva a recordar que
tenemos otro tema pendiente.
Sí, no se me olvida. Pero ese es mucho
más personal.
La verdad es que sí. Y no te aseguro que lo retome. Lo siento. Hay etapas
que se acaban. Y esa puerta está cerrada hace mucho tiempo.
Bueno, si algún día te apetece...
Desde luego. No lo dudes. En fin, mira qué hora es. Siempre me pasa lo
mismo. Estoy muy a gusto contigo y se me va el santo al cielo.
Muchas gracias. Sí, a mí también se me
ha hecho un poco tarde. Dame un abrazo.
Hasta pronto.
Eso espero. Hasta luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario